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El sábado estuve en Madrid junto con centenares de miles de compañerxs llegados de todos los rincones del Estado. Nos costó lo nuestro llegar a la "plaza roja" de Vallecas donde la columna Mediterráneo se agrupaba para iniciar la marcha hasta Atocha. Muchas caras conocidas, mucha gente de Orihuela y de la Vega, entre ellos los compañeros que partieron a pie hasta Madrid el pasado 9 de marzo con las mochilas cargadas de dignidad.
El barrio de Vallecas nos daba la bienvenida bajo el lema "Viva la lucha de la clase obrera". La columna Mediterráneo iniciaba su última etapa de la marcha pasando por el campo del Rayo, donde en su fachada se podía leer en una pintada "Ama al Rayo, odia el racismo", y tras cruzar el Puente de Vallecas, la marcha se encaminó hacia Atocha donde la marea nos esperaba.
Estábamos todos, todos los luchadores, todos los dignos, todos los que creemos en la justicia, en la igualdad, en otra forma de hacer política. Faltaban, claro, aquellos que representan al Régimen. Ellos negociadores con la patronal, gobernantes traidores no pintaban nada, lo sabían, su estrategia fue la indiferencia. La indiferencia del que se cree superior. Quedaron retratados.
Cuatro horas tardamos en recorrer el trayecto desde Atocha hasta Colón. Llegamos justo para la lectura de los manifiestos y los saludos de las diferentes columnas. Después llegaron las carreras, los gritos, los disparos, después llegó la represión de un régimen que se tambalea, que se sostiene a base de lecheras policiales, de detenciones, de la fuerza de la porra. Hay muchos tipos de violencia, y la peor es la que ejerce un Estado que no es capaz de garantizar pan, trabajo y techo a una población que se desangra cada día.
La marcha por la dignidad no ha hecho más que empezar.